El presidente de Colombia Gustavo Petro está convencido de que su país necesita lograr La Paz con todos los movimientos guerrilleros, sean pequeños o grandes, oficiales o disidentes. La sociedad está cansada de violencia y su pasado como guerrillero -hace más de 30 años- le sirve al momento de negociar la deposición de armas, ahora con el Ejercito de Liberación Nacional, una guerrilla de casi sesenta años de vida. Sabe lo difícil dejar las armas con el riesgo de ser asesinados, como sucedió a muchos que se acogieron al proceso de paz impulsado por el presidente Juan Manuel Santos, y que fueron aniquilados durante la gestión de Iván Duque. Las conversaciones con la delegación del ELN se relanzaron en México. Un análisis de Pedro Brieger.
